«Cada uno de nosotros es una bombilla.Unos van fundidos, sin transmitir nada, deambulando por la vida.Otros deciden ir a 30.000 watios, dejando huella allá donde van»Victor Küppers
Estamos tan acostumbrados a pensar que no tenemos ningún poder para cambiar nuestro presente y el de las personas que nos rodean, que tan siquiera lo intentamos.
La verdad es que comprendo perfectamente esta visión, porque hasta hace algo más de año y medio yo era una de esas bombillas fundidas que deambulaban por el mundo; simplemente porque nadie me había enseñado que existen otras formas de sentir y de vivir. Que hay herramientas para lograrlo y que se puede entrenar. (Es cierto que hay una predisposición genética, pero no es concluyente. Afortunadamente cuando nacemos no le dicen a nuestras madres: «Es un varón de 3.10kg y lamentablemente ha salido cenizo»).
Os voy a dar una mala noticia, no es fácil cambiar. No es fácil porque nuestra cultura y forma de ser españolas, tiende a enseñarnos lo contrario, que no somos los protagonistas de nuestras vidas. Que esta nos arrolla y nosotros solo podemos sufrirla. Que los acontecimiento nos ocurren, y sus consecuencias nos pasan por encima sin que podamos hacer nada. Y como resultado nuestro estado de animo es el que es. Es difícil entender que está precepto está equivocado.
El dolor en la vida existe, sería muy infantil pensar lo contrario. Los dramas ocurren y cuando ocurren hay un tiempo en el que tenemos derecho a no brillar. Pero es que la mayoría de las situaciones de la vida no son dramas y aun así no brillamos, las sufrimos… Y sufrir la vida es una elección que hacemos cada mañana al levantarnos.
Ahora una buena. Se puede cambiar, es posible. Podemos cambiar nuestra realidad y en consecuencia la de quienes nos rodean. Hay muchas herramientas a vuestro alrededor, desde personas de vuestro entorno que os inspiren, charlas, libros, profesionales del cambio,…
Y se comienza de una manera muy simple. No hay que matricularse en psicología, ni cursar un MBA,… solo hay que cumplir 1 condición muy facilota: hay que querer cambiar. El resto llega solo porque el camino es muy agradecido, te automotiva.
Uno de los primeros pasos que dí en este camino de crecimiento personal y que más me ayudó, fue tomar consciencia del siguiente paradigma escrito por Epícteto en un libro llamado Enchiridión allá por el 135 d.C. Os reto a que reflexionéis sobre él, que os hagáis consciente del poder que tiene y que apliquéis su moraleja en vuestro día a día. La recompensa es maravillosa. Ahí va:
«Si alguien entregara tú cuerpo al primero que pasara, te sentirías indignado. Sin embargo, tú entregas tu predisposición interior al primero que pasa, pues basta con que cualquiera te insulte para que te sientas alterado y confundido. ¿Y por esto no te avergüenzas?»
No sufráis la vida, vividla. Es una cuestión de actitud.