Solo desencadenando la mente del deseo, podrá ser una mente libre.
Dos caminos tiene el hombre para trascender un deseo: reflexivamente o experimentalmente.
El primer sendero, llamado reflexivo o «yoguico» le es útil a una mente entrenada cuando combate un deseo débil. La práctica de la meditación, el tercer punto de vista y la introspección serán entonces suficientes para renunciar (tyaga) al pernicioso deseo, liberando a la persona de su tormento y sus potenciales consecuencias.
El segundo, llamado experimental o «bhogico», es el más común, lento, repetitivo y a menudo doloroso pues solo consumando la acción y afrontando sus consecuencias, dulces o amargas, la persona podrá conseguir liberarse del inhabilitante deseo.
Al igual que el trigo solo puede ser crecer en un campo libre de piedras y yerbajos, una persona solo puede cultivarse con una mente libre de deseos.